El trabajo con adultos, parte de una idea básica en la que se va a apoyar todo el trabajo terapéutico, la subjetividad distinta de cada uno marcada por su biografía y su historia, con sus síntomas silenciosos o ruidosos, posiblemente comunes: ansiedad, depresión… angustia… cansancio… pero que diferentes para cada uno en su significado y en cómo se han llegado a construir y en la función que cumplen. El espacio analítico permitirá desplegar la historia y buscar la salida a los impases que en los encuentros con la vida y los otros se han ido presentando y resolviendo sintomáticamente creando sufrimiento y malestar. El sujeto cuando recurre al analista busca encontrar otro que sabe que pueda librarle de su sufrimiento, único y singular, aunque rotulado como el de todos, el analista no está en posición de cumplir este pedido, pero si en el de contribuir a introducir un cambio de posición subjetiva que pasa en primer lugar por interrogarse por eso que le sucede en su vida. A través de la reformulación de la demanda, y de la subjetivación de la queja se abre para el sujeto la posibilidad de dar respuesta a ese malestar y sufrimiento del que se queja y está implicado para hacerse cargo precisa del encuentro con su inconsciente y el deseo en juego.